jueves, 28 de julio de 2011

Concierto verano


1-agosto-02: CONCIERTO
Velada musical

LUIS ANTONIO ALIAS
Anteayer, el orbayu de este extraño julio otoñal, incrementaba acogimientos en la amplia y acristalada cafetería del hotel Begoña Park, donde el Centro de Técnicas de Relajación (Gimnasia Generativa), de cuya amplia y efectiva labor terapéutica nos venimos haciendo eco desde el Aula de Salud, organizó una excelente e inusual velada musical.
La idea ya merecería apoyo por recoger lo que, desde finales del XIX, fue un lógico y continuado capítulo de la vida social gijonesa. Oyendo las claras, pausadas y fluidas notas de la Barcarola, de Offenbach; o la ‘Serenata’, de Schubert, en un ambiente de silencio, cafés, canapés, y refrescos, venían fácilmente a la memoria las diarias veladas musicales del Oriental, del Dindurra, del San Miguel, del Manacor, del Alcázar, del Arrieta...
Ojalá la iniciativa se repita y prenda, que saborear el ‘cortado’ del atardecer, envuelto en suaves músicas vivas, es placer sutil y raro.
Y además, llenando la atmósfera con mayores atractivos, disfrutamos de ‘orquesta de señoritas’, aunque fuera reducida a un sobradamente evocador trío, algo que inmediatamente me aporta referencias de Anouilh y de la República de Weimar, escritor y período histórico que siento particularmente cautivantes.
Cautivante es Verónica Álvarez Fernández, pianista licenciada por los conservatorios de Santiago de Compostela y Oviedo, que actualmente perfecciona las ya altas cotas logradas en Düsseldorf siguiendo, por cierto, los valiosos magisterios del filósofo y músico Boguslav Jan Strobel, toda una primera figura de la vanguardia europea.
Verónica piensa que sobre la sólida base de la técnica, vuelan alto la fantasía, la creatividad y la versatilidad.
Y así transita, con la mayor naturalidad, por el romaticismo de Schumann, el nacionalismo de Sibelius, el impresionismo de Ravel, el informalismo de Satie, la callada resonancia de Mompou, el tango de Piazzolla, o el minimalismo de Nyman.
Y canta. Impecable ‘piano woman’, entonó un dulce aire irlandés y la melancólica ‘Días de Vino y Rosas’, de Manzini.
Cautivante es María José Meana Meana, maestra en educación musical, y violoncelista por el «Conservatorio Profesional Julián Orbón», que también continúa avanzando camino con el profesor Alexander Ossokin.
Iba para violinista, pero a los quince años quedó atrapada por la poética gravedad del cello y, desde entonces, sabe bien cómo arrancar risas y lamentos al venerable armatoste que Casals y Rostropovich aristocratizaran y popularizaran. Pasión compartida con la enseñanza, especialmente a niños.
Dispusimos, por tanto, de piano y chelo, una conjunción impecable.
Pues añadamos la voz.
Una voz igualmente cautivante, la de Vanesa Rodríguez Touza, educada en coro infantil de iglesia, en el Orfeón Gijonés, y en el grupo pop La Intención.
Interpretando canciones populares, su aterciopelada tesitura de soprano adquiere pronto poderosos y atractivos matices rockeros.
El Centro de Técnicas de Relajación pretendió «con este concierto, de una manera sencilla y agradable, ofrecer música para que los oyentes tengan la posibilidad de dejarse influenciar por obras bellas y profundas...».
Que les llegue, desde aquí, mi convencido y prolongado aplauso.

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